Claudia Sheinbaum: Un Nuevo Capítulo para México

Primer discurso como presidenta de México

Ana Paula Granados

10/15/20242 min read

Claudia Sheinbaum, en su primer discurso como presidenta de México, nos presentó una visión que promete marcar un cambio en la política nacional. En medio de una retórica de justicia, igualdad y humanismo, la primera presidenta de México no solo hizo historia, sino que envió un poderoso mensaje sobre el futuro que busca para nuestro país.

Sheinbaum comenzó su discurso inaugural con un reconocimiento a Andrés Manuel López Obrador. Al resaltar la lucha del presidente saliente, Sheinbaum subrayó la importancia de mantener un legado de libertad y justicia. Al hacerlo, conecta su mandato con una promesa de continuidad y un compromiso con los mismos valores que López Obrador defendió.

Un aspecto clave de su discurso fue : “Es el tiempo de las mujeres.” Al pedir ser reconocida como “Presidenta,” Sheinbaum no solo celebra su propio logro personal, sino que marca un precedente para todas las mujeres de México. Sin embargo, este es solo el comienzo. El verdadero desafío será traducir esta declaración en políticas efectivas que realmente empoderen a las mujeres de nuestro país.

Sheinbaum delineó los principios del "humanismo mexicano," una guía de su administración. Entre ellos, destacó el rechazo al racismo y el clasismo, y afirmó que la prosperidad debe ser compartida, con especial atención hacia los más desfavorecidos. Este enfoque en el humanismo es refrescante, aunque, en mi opinión, es necesario preguntarse cómo se implementará en la práctica. En un país con tanta desigualdad, la verdadera prueba de su gobierno será si logra superar la brecha entre la retórica y la acción. De poco servirán las palabras si no hay políticas concretas que transformen la vida de millones de mexicanos que, hasta ahora, han sido ignorados.

En su discurso, Sheinbaum también habló de sus compromisos de gobierno. Prometió un aumento al salario mínimo, buscando que alcance al menos 2.5 canastas básicas, y enfatizó la importancia de un poder judicial autónomo y libre de corrupción. Es evidente que estos compromisos reflejan una agenda progresista. Un detalle interesante fue la elección de Sheinbaum de un vestido blanco. Mientras que los presidentes anteriores se han apegado a los trajes oscuros, representando un enfoque tradicional de poder, el blanco de Sheinbaum simboliza una nueva representación de género en el liderazgo.

La presidencia de Claudia Sheinbaum no es solo un evento histórico en el sentido de género, sino una oportunidad para cuestionar y, ojalá, reformar las estructuras de poder en México. Como primera presidenta, Sheinbaum representa la esperanza de un cambio, pero también la expectativa de un liderazgo que sea más que una continuación de lo que hemos visto hasta ahora.

México está observando. Y aunque Sheinbaum ha lanzado un mensaje de transformación, será su capacidad para cumplir lo que realmente determinará su presidencia en la historia.